martes, 26 de octubre de 2010

Final del Invierno



Una mañana, una tarde, una noche, dos copas, un gusto amargo y dulce en el paladar, una sonrisa en la cara, las luces que giran, la noche que asfixia, el humo del cigarro, la sonrisa cansada, los labios apretados, los ojos cansados de tanto mirar.
Las palabras que aparecen en la cabeza, que buscan salir, quieren salir, dejar precedente, existir, dejar rastro, quieren ser.
Y pito este cigarro, sientir el humo en la boca, saborear el tabaco y silbar bajito. Caminar en el frío y abrigarme las manos, caminar mirando el piso, siento la noche, el frio, la oscuridad, el vapor que sale por la boca, el silencio de la calle, el ruido de las hojas que se mueven con el viento, olor a invierno, olor a noche solitaria, sensaciones.

Bullicio, ruido, ruido que satura los oídos, la música, todos danzan, todos bailan, todos sienten ese ritmo, todos se ríen, todos están incluidos, me incluyen, me excluyo, soy un simple espectador. Te miro, te reconozco, te encuentro los ojos, negros, oscuros, profundos, suaves, tímidos, que gritan, que cantan, que hablan por si solos.
Encuentro tus labios, tu boca, tu piel, el perfume de tu ropa, el olor de tu cuerpo, tu olor impregnado en las manos, con ellas te recorro y me pierdo en tu infinita piel y te miro a los ojos, y caigo a ese vació. Te siento cálido, tibio, confortable, valiente, sincero, profundo, silencioso, complejo, grande, luminoso. Me encandilo, encandilas y cierro los ojos otra vez, y te encuentran mis otros sentidos. Me llegas por el olfato, me llegas por el tacto de las manos y me encuentro perdido en la sensación de tu cuerpo tibio que respira.

Pienso, pensar, pensamientos, pensamientos enfrentados, punto de inflexión, quiebre, recuerdos, sensación, sensaciones, recuerdos, olor, las palabras que juegan, las palabras que salen, silencio que juega, el silencio que da vueltas, sonrisas, tu sonrisa, el silencio. Te recuerdo.

Doy vueltas en la cama, me levanto, me vuelvo a acostar, acaricio las cuerdas de la guitarra, la melodía que juega a encajar perfectos acordes, acordes emotivos, sonidos que reverberan, la música que me llega al pecho y vibran mis sentidos, y vibro completo, funciono en la frecuencia de esa melodía recién inventada, me traslada, me transporta, salgo de mi, la mente que recorre los espacios donde el cuerpo no llega, me miro, te miro, te recuerdo, te siento otra vez, tu perfume en la almohada, el perfume que se materializa como una metáfora de vos y me abrazo a tu espacio, me embriago de vos, me duermo nuevamente.

martes, 13 de julio de 2010

Vómito

Vergüenza debería darles. Pobres infelices que deciden ocuparse en que otros no lo sean. Lo único que debería importarles es el amor, el amor para dar, el amor sincero, ese amor real que te marca para toda la vida. Infelices conservadores, tiene la mente anulada por este sistema cultural establecido por la iglesia! Siquiera la psicología logra explicar el amor entre parejas heterosexuales y se animan a criticar el vinculo entre dos personas del mismo sexo. VERGÜENZA debe darles. Mentes cerradas, que vuelcan todo el vacío de sus almas en una cruz! Vergüenza debe darles no animarse a ser ni a vivir. Miren primero las miserias del vínculo heterosexual para luego animarse a querer impedir el vínculo homosexual. Ningún vinculo es mejor que el otro. El amor es genérico, no distingue sexo ni género. El amor será lo que nos marque para siempre. Quien haya recibido amor, aprenderá a dar amor.
Infelices y carentes de vergüenza, enciérrense a suplicar en una iglesia el perdón por sus propias miserias y dejen al resto que viva su vida de la manera mas plena que encuentren. No hay basamento científico ni psicológico que indique que un niño que recibe amor de dos personas del mismo sexo luego sufra algún tipo de “consecuencia”. El amor es y será lo único que importe. Basta de los rótulos absurdos con los cuales la mismísima iglesia les enseñó a señalar. Es necesario que sufran en carne viva el dolor de uno de sus hijos o seres queridos, tratando de hacerse lugar en esta sociedad homofóbica para que realmente tomen sensibilidad sobre el tema? Es necesario ver el dolor de sus propios hijos?, cualquiera de ellos podría identificarse como homosexual. A Uds, infelices de corazón cerrado, que harán el día que cualquiera de sus seres queridos se declare homosexual? Lo torturarán psicológicamente hasta empujarlo al abismo del suicidio? Lo harán rezar hasta el hastío para implorar perdón por su alma en falta? Lo echarán a la calle? Le dirán que está condenado al infierno? Le dirán que no puedo ser padre porque es homosexual? Sí, pónganse en la piel de uno de sus hijos. Cualquiera de ellos. Vergüenza debe darles, infelices. El amor será lo único que sanará las heridas que Uds hayan provocado con su hipócrita despliegue de rosarios y citas bíblicas.

Invierno Personal

Quizá sea el canto de esos pájaros en las madrugadas cálidas de octubre,
con el aire espeso en la cara, muy ebrio de vivir.
Con el corazón nuevamente en los dientes y con la cabeza cansada de tanto pensar.

La soledad que se vale de mis sentidos, respirando por momentos.
Alguna vez sentí mucho y todo se volvió suave y habido de expresión.
Hoy soy drogadicto de esa sensación.

Fueron catorce los mates que tomé antes de levantar la vista y mirarte a los ojos.
Tres las cucharadas de azúcar que alterné con cada cebada.
Me temblaba el pulso.
El corazón se me salía por la garganta.

Quiero sentir, volver a brillar.
Me levanto tantas veces como me caigo.
A veces cuesta volver a comenzar.
Me imagino como un rompecabezas desarmado.
Una especie en extinción
Viviendo un día a día especialmente desabrido, como los otros desde ese entonces.
Muy lleno de preguntas retóricas.
Me armo de ilusiones defensivas y me quedo en esa fantasía.
Comienzo otra vez.

El aire tibio, tanta noche, tanta soledad compartida, tanto para expresar.
Basta.
A veces digo basta.

Llegó el día.
Comenzar de nuevo.
Levantar la vista.
Mirar el horizonte.
Comenzar a evaluarme.
Darme el lugar.
Tengo mucho. Soy mucho. Hay alguien dispuesto a recibir?
Hay alguien dispuesto a dar?

A veinticinco centímetros del suelo, se mueve la expresión de mi ser.
Atado a lo más intrínseco de este yo, hoy se encuentra lo mejor y lo peor de mí, aprendiendo a convivir nuevamente.
Esto es una gran batalla campal. El vencedor tendrá el premio mayor.

Mucho análisis.
Mucha mente.
Arrancar.
Volver a empezar.
Mucho temor.
Necesidad de ser.
Volver a nacer.
Volver a existir, pero como antes.
Las expresiones que nacen desde los anales del afecto: Te quiero, me quiero, los quiero, me quieren?

Los pensamientos que dan vueltas y que no saben por donde salir.
Y que buscan un poco de paz, intentando volver a surgir.
Hacerme lugar. Hacerme un lugar. Haceme un lugar.

Perdí todo este amor en apuestas arriesgadas.
Algunos lo llaman ruleta rusa.
Vale la pena, aprendí, crecí, me endurecí: no hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan.

Es hora de volver a empezar, otra vez.
Voy por más.